Amor eterno

domingo, 18 de diciembre de 2011

Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia. Jeremías 31:3.

¡Amor eterno! ¿Qué significa eterno? Que no acaba nunca; que no tiene principio ni fin; que siempre es el mismo. Pero, hay muchos cristianos que creen que el amor, la gracia y la misericordia divinos son actitudes de Dios que aparecen solo en el Nuevo Testamento, y que el Dios del Antiguo Testamento es un Dios de ira, de justicia y de venganza.
Si esto fuese verdad, Dios no sería Dios. ¿Qué tipo de Dios es ese, que cambia de personalidad? ¿Hizo tanto mal a los seres humanos en el Antiguo Testamento, y después se arrepintió, y se volvió bueno en el Nuevo Testa­mento?
Si hacemos un estudio detenido del Antiguo Testamento, veremos que la nota que más se destaca es el amor de Dios: desde el principio, cuando creó al ser humano por amor; pasando por la solución que presentó al problema del pecado, después de que Adán y Eva cayeron; y mostrando su paciencia con un pueblo contumaz y rebelde, como el pueblo de Israel, el amor de Dios siempre estuvo presente.
Si un día el ser humano se pierde, no será porque Dios haya dejado de amarlo, sino porque el propio hijo habrá llegado al punto de volverse insen­sible al amor divino.
El otro día, un joven me abordó con la siguiente pregunta: "Si Dios me ama, ¿significa que no debo preocuparme por vivir una vida justa, porque el amor de Dios finalmente me salvará?" ¡Este puede ser un error catastrófico! El amor de Dios no acaba nunca, pero tu corazón puede llegar al punto de que el amor de Dios ya no tenga más ningún valor para ti.
Nadie se va a perder porque Dios dejó de amarlo; pero, el amor de Dios no salvará a quien jugó con su misericordia. Cuando finalmente el Señor Jesús aparezca en las nubes de los cielos, vendrá para destruir el pecado para siempre. Del mal no restará ni raíz ni rama, y los únicos seres humanos que serán destruidos, junto con el pecado, serán aquellos que no quisieron aban­donarlo, y se aferraron del pecado hasta el fin.
Por eso, la Biblia afirma constantemente que hoy es el día de buena nue­va. Y hoy es el día de salvación. Haz de este un día de decisiones sabias. En­trégale el corazón a Jesús, no juegues con su amor, y sal rumbo a los desafíos de este día oyendo la voz de Dios, que te dice: "Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia".

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