POR AMOR, TODOS HEMOS SIDO LLAMADOS A SER HIJOS DE DIOS

jueves, 21 de abril de 2016
"Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es" (1 Juan 3: 2).


[Se cita 1 Juan 3:1-3.] Aquí Juan tuvo una visión del inmensurable amor de un Dios infinito. Juan, no pudiendo hallar palabras adecuadas para expresarlo, exhorta al mundo a contemplarlo. En el Antiguo Testamento había tipos y sombras que prefiguraban a Cristo. Aquellos que habían estado con Jesús a lo largo de su ministerio registraron sus obras en el Nuevo Testamento. Durante tres años y medio los discípulos habían aprendido lecciones de los labios de Cristo, el más grande de los maestros que jamás el mundo haya conocido... ¿Qué lo trajo aquí? Adán y Eva habían transgredido la ley de Dios en Edén...

Cristo contempló nuestro mundo antes de venir y vio el poder que Satanás había ejercido sobre la naturaleza humana. A causa de la transgresión de Adán [el diablo] reclamó su derecho sobre toda la familia humana. Señaló las calamidades y enfermedades por las que culpó a Dios. Sostuvo que Dios no tenía misericordia de la raza humana, por lo que debía estar bajo su control. Jesús se había preparado para dar su vida por la salvación de la raza humana. Puso a un lado su corona regia y su manto real, y revistió su divinidad con humanidad...

Desde el momento en que la ley de Dios fue transgredida, prevaleció la idea de que era imposible que los seres humanos pudieran guardar la ley de Dios... Lo humano y lo divino se combinaron en Jesucristo. El vino a nuestro mundo para elevar a la humanidad en la escala de valor moral con Dios. Pasó por el terreno donde Adán cayó. Soportó las tentaciones de Satanás y salió triunfante. [Satanás] se aproximó al Hijo de Dios como un ángel de luz, así como puede tentarlos a ustedes.

Jesucristo salió victorioso del desierto de la tentación. Cuando estuvo en la orilla del Jordán, elevó una plegaria como el cielo jamás había escuchado. Su oración penetró las tinieblas que lo rodeaban y alcanzó las alturas de los cielos. Los cielos se abrieron y el Espíritu Santo, bajo el aspecto de una paloma de oro bruñido, descendió sobre él y de los labios del Infinito se escucharon estas palabras: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo contentamiento". No hemos alcanzado a comprender la dimensión de este mensaje. "Nos hizo aceptos en el Amado".

Cristo vino aquí, hasta el átomo de nuestro mundo y lo honró al adoptar la naturaleza humana. Honró a la humanidad a la vista de todas las inteligencias creadas (Manuscrito 16, 1893).

Quizás te Pueda Interesar..!!