Busca el amor verdadero de Dios, no un amor hueco, vació, sin sonido y sin sentido

miércoles, 6 de mayo de 2015

Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no
tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al
Padre y al Hijo. 2 Juan 1:9.

A maba de una forma extraña. Sin amor. Lo que llamaba amor era hueco; 
campana sin sonido; melodía sin música. “Amo a Jesús”, decía, “pero no
me gusta la doctrina”.
Lo miré, y lo admiré. Joven brillante; ojos vivaces y sonrisa auténtica. Yo
también, en mi juventud, me sentí tentado a separar a Jesús de su doctrina. 
La vida, instrumento divino de enseñanza, me fue diciendo, al oído, con el
tiempo: ¿Qué locura es esa? ¿Cómo intentas disociar a Jesús?
La palabra “doctrina”, en el original griego, es didaké; signifi ca enseñanza. 
La enseñanza divina es el camino; sin camino, estás perdido. Jesús enseñó, 
en cierta oportunidad: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al
Padre sino por mí”.
No existe separación entre Jesús y su doctrina. Él es la doctrina; él es el
camino hacia el Padre. Es por eso que la persona que se extravía de la doctri-
na “no tiene a Dios”.
Extraviarse es perderse; en el griego, parabaíno. Signifi ca escoger su pro-
pio camino, apartarse, caminar al lado del camino correcto. Seguir los ins-
tintos del loco corazón, que lleva a la autodestrucción.
El cristianismo moderno se ve tentado a pensar que amar a Jesús es, 
simplemente, un asunto de emoción; basta cerrar los ojos, cantar y levantar
las manos. Al terminar la emoción y el éxtasis, continúo mi propio rumbo; 
como si Jesús no existiese.
El cristianismo auténtico no está desprovisto de emoción; pero es más. 
Es caminar en Jesús y vivir su doctrina. Vivir la doctrina es vivir en Jesús.
Me llevó tiempo explicarle. Pero, teníamos una hora y media de viaje
hasta llegar a nuestro destino; tiempo sufi ciente para comprobar que la au-
tenticidad de su sonrisa era el refl ejo de un corazón sincero.
Tú eres lo más precioso que Jesús tiene en este mundo. Lo que él más 
anhela es verte feliz; por eso te muestra el camino. El camino es su doctrina.
No inicies este nuevo día sin proponerte andar en el camino que te lleva-
rá al puerto de tus sueños. “Cualquiera que se extravía, y no persevera en la 
doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, 
ése sí tiene al Padre y al Hijo”.

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