Cuando Tenemos Hijos Adolescentes Empieza Una Etapa Difícil, Tanto Para El Adolescente Como Para El Padre Por Que No Tratamos Ni Con Niños Ni Adultos Así Que La Respuesta A Todo Esto Es El Amor Y La Sabiduría Que Dios Nos Puede Dar

viernes, 19 de febrero de 2016

No te pelees con tu hijo adolescente sigue lo que la Biblia enseña

“MANTÉNGANSE SOBRIOS Y CON LA MENTE DESPEJADA”. (1 Pedro 4:7, NVI)

Los adolescentes pueden poner a prueba tu cordura. NO SON NI ADULTOS NI NIÑOS y pueden pasar de uno a otro sin previo aviso. Las hormonas alteradas y las neuronas en plena acción desatan reacciones bioquímicas en sus mentes y en sus cuerpos. Palabras como: Pero hijo, ¿en qué estabas pensando? salen involuntariamente de tus labios. La respuesta de los adolescentes malhumorados es encogerse de hombros, seguido de un incomprensible “no sé”. Y la verdad es que no lo saben. ¿Qué se puede hacer con ellos? ¿Encerrarlos? Perdona, eso es ilegal. Sin embargo hay dos cosas que pueden ayudarte:

1) No les atosigues y tómatelo con calma.

Mantente sobrio y con la mente despejada como dice Pedro. UNO DE LOS ERRORES MAS FRECUENTES DE LOS PADRES es reaccionar de forma exagerada, lo que desencadena un enfrentamiento cada vez más enconado de voluntades donde tú llevas casi todas las de perder. Se incrementan los decibelios, merma la sabiduría, tu hijo adolescente llega a la conclusión de que eres tú el que está loco y de repente nadie se comporta como adulto y no hay nadie “a cargo” allí. Tú eres ahora parte del problema, dejando a tu hijo enfadado e inseguro, sin un modelo sensato al que imitar. ¡Ora, respira hondo y cuenta hasta diez! Para beneficio de tu hijo, ése es el momento en que debe prevalecer el padre con mente despejada y dominio propio.

2) Recuerda que la ira engendra más ira.


 Nadie te hace enfadar más que un adolescente cuando trata de ser mayor. Una mirada suya, una palabra, una actitud y tú “te agarras” y entras en una buena pelea de gritos con tu propio hijo. ¿No es un poco absurdo hacer eso?Las disputas llenas de carga emocional predisponen el cerebro del adolescente a que siga reaccionando con ira a largo plazo. ¿Qué se debe hacer entonces? Usa el sistema del “premio y castigo” de la Escritura: “En cuanto a vosotros, padres, no provoquéis la ira de vuestros hijos, antes bien educadlos y, cuando sea necesario, amonestadlos en la disciplina llena de amor del Señor” (Efesios 6.4, Castilian)

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