Para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios

miércoles, 6 de mayo de 2015

Para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, 
llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de
Dios. Colosenses 1:10.


C amino por las calles del recuerdo. Recuerdos imprecisos, que se escon-
den en el tiempo. Escucho ruidos extraños. Gritos de agonía que sobre-
viven. Llantos de vida, que languidecen... 
La ciudad de mis recuerdos parece indiferente, ciega; como si no qui-
siese ver nada ni percibir mi búsqueda insistente. Recuerdo mis derrotas, 
mis frustradas intenciones de agradar a Dios... Y los altos edifi cios parecen
sonreírme, compasivos. Mis intenciones son efímeras como el día; pasajeras
como la nube. Nada logro.
En las calles congestionadas de mi juventud, soy apenas eso: una sombra
imprecisa y tambaleante, deformada, a veces, por las luces de los autos. Hasta
el momento de mi encuentro con Jesús; entonces cobro forma; descubro el
rumbo de mi existencia. Y mi camino se ilumina. Ya no tambaleo ni camino
en zigzag. Mis pasos son fi rmes y mis pies, seguros. Finalmente, he aprendi-
do a andar. El versículo de hoy habla de la vida cristiana como de un proceso
de crecimiento. Vivir es andar; andar es crecer. Crecer, avanzar.
El error de mi juventud fue andar solo. Me perdía en la arena movediza
de mis fracasos. Intenciones frustradas golpeaban mis noches. No había es-
trellas en mi cielo hasta entender que, sin Jesús, no hay cristianismo. Él es la
esencia de la vida; la propia vida, la vida abundante.
Jamás podré expresar mis GRACIAS con palabras. La eternidad no bas-
tará para alabar al que un día me encontró caído, me extendió la mano y me
levantó.
¡No luches en soledad! No pierdas el tiempo creyendo que vivir el cristia-
nismo es una misión imposible. No lo es. 
Intentarlo solo sí, es vivir y fracasar; buscar y no encontrar; reír y no ser
feliz. Hasta descubrir que, con Jesús, la vida es andar y avanzar. Paso a paso. 
Crecer y vislumbrar un futuro radiante, iluminado de vida eterna.
Por eso, hoy, no salgas de casa sin la certidumbre de que el Señor del
cristianismo te toma de la mano y camina contigo. Necesitas hacerlo, “para
que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en 
toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios”.

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