Es un deleite ir a la huerta y tomar algún fruto para consumirlo fresco o cocinado. Hay satisfacción en degustar lo plantado. Agradezco a Dios por el privilegio de disfrutar de lo que mi esposo sembró

lunes, 7 de noviembre de 2016
Disfrutarás la obra de tus manos

Edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas. Isaías 65:21

Cuando me mudé a donde vivo ahora, observé que había rosas en la propiedad. Además, la primavera llenaba el ambiente de colorido con azaleas, iris y amapolas. En verano disfrutamos girasoles, hortensias, y flores cuyo nombre desconozco. Agradezco a quien sembró esas plantas, cuya hermosura disfruto ahora con mi familia. ¿Se deleitó esa persona en el trabajo de sus manos? ¿Gozó el panorama y celebró su color? ¿Disfrutó la calma y la alegría que produce la contemplación del florecimiento? ¿Disfrutó al observar a las abejas ir de flor en flor? Mi esposo plantó calabazas, tomates, berenjena, chile y pimiento morrón. Da gusto ver cómo crecen, florecen y fructifican las plantas. Es un deleite ir a la huerta y tomar algún fruto para consumirlo fresco o cocinado. Hay satisfacción en degustar lo plantado. Agradezco a Dios por el privilegio de disfrutar de lo que mi esposo sembró.

Pienso en tantos otros que sembraron y no pudieron gozarlo. ¿Trabajaron en vano? Recuerdo la promesa registrada en Isaías 65:22: “No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma; porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán la obra de sus manos”.

Allí no habrá holgazanes; y tampoco nos esforzaremos inútilmente. No dejaremos atrás lo que con esfuerzo y diligencia lograron nuestras manos. Gozaremos de nuestra labor. ¿Imaginas compartir con tus vecinos el fruto de tu esfuerzo? ¿Qué te gustaría sembrar? ¿Qué platos prepararás con esos frutos? ¿Cómo decorarás tu casa? ¿Qué materiales usarás?

Si hoy el trabajo es arduo y no disfrutas el resultado, si no valoran tu esfuerzo o si tus logros se esfumaron, invita a Cristo a ser parte de tu equipo de trabajo. Él marca una diferencia positiva. Y aun si crees estar disfrutando la obra de tus manos, piensa que aquí todo es pasajero. Dios quiere motivarnos a aspirar a la Tierra Nueva. Allá gozaremos plenamente de todo lo que Cristo preparó, y también de la obra de nuestras manos. ¡Anhelo que llegue el día de saborear los frutos de nuestra huerta en la patria celestial!

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