Oí la voz del Salvador decir con tierno amor:
iOh ven a mí, descansarás, cargado pecador!
Tal como estaba, a mi Jesús, cansado acudí,
y luego dulce alivio y paz por fe de él recibí.
Oí la voz del Salvador decir: “Venid, bebed;
yo soy la fuente de salud que apaga toda sed.
Con sed de Dios, del vivo Dios, busqué
a Emanuel; lo hallé; mi sed él apagó, y ahora vivo en él.
Oí su dulce voz decir:
Del mundo soy la luz; miradme a mí y salvos sed;
hay vida en mi cruz. Mirando a Cristo, por la fe,
mi norte y sol hallé; y en esa luz de vida,
en él por siempre viviré.