Bueno es alabarte, oh Jehová, Y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo.

miércoles, 6 de mayo de 2015

Bueno es alabarte, oh Jehová, Y cantar salmos a tu nombre,
oh Altísimo. Salmo 92:1.

Vivió cantando. Desde pequeño. La música corría por sus venas. ¡Había
nacido para cantar!
Al principio de su carrera, exaltó el nombre de Jesús. Reconocía a Dios
como el Dador de todo lo bueno que poseía. Después, vinieron la fama, los
aplausos y el dinero. Y se olvidó de que su voz era un talento que Dios le
había confi ado. Se perdió en la selva del reconocimiento humano, las luces y
la gloria terrena. Dejó de glorifi car el nombre del Creador, y aceptó la gloria
para sí.
Tuvo un fi nal triste. La trágica mañana del lunes 17 de agosto de 1977,
hallaron su cadáver en el piso del baño del hotel donde estaba hospedado.
Había muerto por una dosis exagerada de barbitúricos; algunos creyeron
que cometió suicidio.
El versículo de hoy dice que es bueno cantar. Pero, antes del verbo cantar,
viene el verbo alabar, que literalmente quiere decir “rendir gracias”.
Cuando el cántico es la expresión de un corazón agradecido, hace un
bien tremendo al espíritu. El corazón tiene ganas de seguir viviendo, y las
difi cultades se vuelven pequeñas.
Al reconocer que existe un Dios Todopoderoso, tú sabes que no estás
solo, y que nada ni nadie será capaz de destruirte.
Las tormentas pueden llegar; en este mundo, los hijos de Dios no están
libres de tempestades. Pero, serás capaz de andar, como Pedro, victorioso y
sin temor, en medio de los vientos contrarios.
Por eso, el Salmista menciona que es “bueno” alabar a Dios. Alabar es
reconocer que tú eres criatura, y que Dios es Dios. Mientras no te olvides de
este principio básico, estás sobre seguro. Pero, cuando intentes invertir los
papeles y hacerte el dios de tu propia existencia, te metes en difi cultades, y lo
percibes recién cuando tu embarcación se está hundiendo.
Además, puedes clamar a Dios, que él está dispuesto a acudir en tu auxi-
lio y hacer, por ti, lo que tú no puedes hacer por tus propias fuerzas.
Hoy es un nuevo día. Día de agradecer, alabar y bendecir el nombre de
Dios. Alabar es un seguro en contra del pesimismo. El desánimo jamás se
apoderará de un corazón agradecido.
Repite, junto con el salmista: “Bueno es alabarte, oh Jehová, y cantar sal-
mos a tu nombre, oh Altísimo”.

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